BONDADES Y CONVENIENCIAS DEL CIERRE DE LAS NEGOCIACIONES
DE LA HABANA.
Sin lugar a dudas, para el departamento del Cesar es una oportunidad histórica entrar en el capítulo del pos-acuerdo, donde tendrá un papel protagónico tanto en el afianzamiento de los propósitos del desarrollo territorial, como en la puesta en marcha de acciones para recomponer el tejido social.
Para entender la magnitud del reto, debemos estar dispuestos a ajustar la manera como nos hemos venido relacionado con nuestros semejantes, con las instituciones, con la sociedad en general, lo que nos llevará a redefinir el lenguaje, las actuaciones y prioridades de convivencia, lo que repercutirá en la escala de valores y en nuestras prioridades.
No todos tenemos la disposición de asumir nuevos retos, los que tienen temor natural al cambio han seguido luchando por mantener el status quo y afianzarse en lo que ya conocen y saben manejar; prefieren no evolucionar hacia el pos-acuerdo porque allí no serán tan ágiles ni tan útiles con las armas, con la desinformación, con la política recesiva y con las palabras destructoras que han venido dirigiendo, a las ideas que controvierten su doctrina. Pero ellos no son la mayoría y el futuro de la Nación está en manos de los que deciden sumarse a la Nueva Colombia de igual manera como se asume el compromiso de formar familia, de tener hijos, de mudarse de ciudad, de compartir un poco más de lo que se puede.
Nos hemos acostumbrado a las reglas y consecuencias derivadas de las diferentes oleadas delicuenciales que alimentaron los valores sociales y la economía por parte de contrabando, de la guerrilla, del narcotráfico, del paramilitarismo, de las bandas criminales, de la violencia institucional y de esa manera, consideramos que la incertidumbre generalizada era la única manera de entender a Colombia. Acumulamos la cifra de 400.000 víctimas en el Cesar y solo en Valledupar se han recibido más de 180.000 desplazados, provenientes de municipios cercanos y de otros departamentos.
Nuestra historia no miente: La sociedad fue cercada y secuestrada en sus viviendas sin poder salir a la calle y ejercer el derecho a la libre movilización. Las fincas se volvieron sitios inexpugnables, ocupados por la extorsión y el terror. Se sembró el territorio de viudas, desplazados, pobreza y se redujo el aparato productivo.
Durante 50 años la Nación estuvo confrontando a la guerrilla, sin poder derrotarla, pero tampoco ese grupo armado tuvo la suficiente potencia para tomarse el poder nacional, por lo que consideramos que la decisión presidencial de buscar la salida negociada al conflicto fue apropiada y responde a las expectativas de su elección. Con esa decisión nos da la oportunidad de mejorar los indicadores sociales, replantear la forma de ocupación del territorio rural y avanzar en los índices de competitividad departamental, gracias a lo cual podremos presentar al Cesar ante el mundo, como un territorio próspero, en paz y con proyección sin límites.
La paz es una industria generosa que requiere sumar cada vez más accionistas para disfrutar esta nueva dimensión del país y de la sociedad, lo que implica que se abandonen las prácticas violentas e intimidantes de los grupos armados, se anulen las alianzas de civiles con las bandas y empresas criminales y se decida generosamente aportar al futuro de las nuevas generaciones.
Ante estas reflexiones, es nuestro deber insistir y preguntar a los reconocidos enemigos de las negociaciones en la Habana, ¿se convertirán también en enemigos de la paz.?
Jose Luis Urón Márquez
Presidente Ejecutivo
Cámara de Comercio de Valledupar